Cyrus pasó de ser una princesa Disney a una bomba pop activada en la última edición de los premios VMA, un arrojo que nos legó el término “twerk” (mover el trasero) y la idea de que incluso las figuras angelicales de la industria pueden transformarse en su gemela malvada si la situación lo exige.
Bangerz, es su carta de presentación para esta nueva etapa. Y necesitaba ese cambio de imagen, a la vista de los resultados. Es al menos riesgoso concebir un disco así, con ritmos urbanos, sucios; si quien está por detrás tiene el aspecto de alguien que vende jabones en alguna publicidad.
En el álbum hay grandes temas, como My Darlin’, 4x4 o Fu, en los que Cyrus se desenvuelve muy cómoda sobre unas bases pisteras y sólidas. Con buenos productores como Pharrell Williams y Dr Luke, su transformación radical cobra un sentido específico.
